lunes, noviembre 27, 2006

Desquimales (parte 05)


…Que corren libremente por las praderas, todavía con vida. De la mano y sonrientes. Un brillo en sus ojos que hace evidente lo que aún no han visto. La alegría un tiempo perdido, nosotros ¿recuerdas? Ya nada importa me entrego por completo me emborracho, bebo a diestra y siniestra, podría matar hoy a la galaxia entera sin preocuparme de qué voy a recibir a cambio porque te lo vuelvo a repetir: hoy y ayer he perdido la esperanza. No tengo nada a qué volver, mi buen aprendiz, por lo tanto es inútil que te resistas. Aprende bien como se follan las mentes en este rincón podrido del universo y tal vez tengas una opción de salvarte a ti mismo.

Por supuesto, Karmden respondió como debía hacerlo, como se lo dictaba su devenir interior; como lo venía haciendo desde el momento en que tomó la determinación de volarse las ideas de la cabeza. Miró por un instante hacia el suelo y con una honda calada de su cigarrillo de kanyatritz –que consumió prácticamente completo- dio un paso adelante. Tal vez en el fondo sabía o sentía que no podía despilfarrase, al menos no ahora.



Eolo arremolinaba seres y objetos. En las profundidades del abismo nada se divisaba. Cavernas y condiciones psíquicas-físicas conjugaban gritos, alaridos terribles, desgarradoramente pérfidos. Chillidos perceptibles al yunque, martillo y estribo que inundaban de imágenes perturbadoras su cabecita.

Polvos ocres teñían los ropajes desgastados por un uso indiscriminado, y se interrogaba al viajero sobre el porqué de sus travesías, la razón de sus conjeturas. Imaginaba los seres que habitaban estos y otros mares, miles de años atrás y también los de adelante que dependen directa y proporcionalmente de ellos. Elucubraba acerca de la existencia de seres tronco, cabeza, extremidades capaces de dominar superficies y bajos fondos hasta que un águila de nariz cuadrada sobrevoló su existencia, sacó de sus pensamientos y ayudó a descifrar los sonidos provenientes desde arriba/abajo y frente/lado.

”Compañeros de batalla: Los espíritus que vuelan llaman a que coloquemos las plumas y las alas para aniquilar al buitre imperialista y al león colonialista, destruir su matriz de ideas egocéntricas y genocidas y reconstruir una sociedad multiestamental bajo un nuevo sistema comunitario, recompuesto, saneado, lejos de las incertidumbres provocadas por los malabaristas protodimensionales que año a año, segundo a segundo alteran la esencia de nuestras nefastas pero propias naturalezas desquimalienses”.

Comenzaba la cuenta regresiva. Lentamente, desenfundó su carcaj y apuntó. Imbuido por las ancestrales técnicas ubicó los kiujölmen que marcarían el derrotero hasta atravesar el corazón de los viajeros estacionados en el inmenso parque. Sin embargo, una repentina polvareda impidió concretar el lanzamiento. Debería acércaseles aún más, cambiar de herramienta e invocar a otros pfurélijs. Apresurado intentó retomar el ritmo pero repentinamente comenzó a perder la fuerza, invadiéndole un extraño sopor. Hasta que miró su pie y descifró la extraña marca que momentos antes había aparecido.

lunes, noviembre 20, 2006

Desquimales (parte 04)


Detrás de las incandescentes imágenes protoplásticas y las notas de los enefrontilones sintió el desquimal correr la sangre por sus venas. En el cielo las palabras se perdían a lo lejos y en el suelo todo seguía más o menos igual. La brisa remataba la última carrera del tiempo y por lo demás hacía rato que no se veía cosa similar.

Hemos decidido progresar para atrás y para los costados y desde el momento de tal determinación el curso de la historia se ha alterado y se ha visto manchado por la sangre y por plenchos sin fecha de vencimiento. De aquí que muchas veces no se entienda lo que escribimos totalmente, más he ahí lo interesante de los cantos que por las noches se revuelven si dejáis las ventanas ligeramente abiertas.

Sóis vosotros los elegidos de las medialunas y de los polvos desechables que se levantaban en las piscinas de lavado y ante eso no podéis más que cerrar los ojos o daros un festín de comidas crudas. O bien leer los vomitivos periódicos que mañana tras mañana llegan a los cubículos incluso más rigurosamente que el nuevo soplo.


Año del oso

Estaba recordando que sabio no es quien más conoce sino quien sabe lo que busca cuando los plateados resplandecientes enceguecieron momentáneamente a Ygiklüskl. Recién llegado del flolo, infructuosamente intentaba interpretar todos los avisos, luces y seres que desde su arribo le impedían concentrarse en el Principal Objetivo. Su obstinada concepción mundana le impedía no relacionar los rápidosazules que atravesaban las calles con marsocas, los molestosos seresvoladores con trarbos, atzsirbis o flencúples, los escolares connativos. Extrañaba los saludos del día, las despedidas de la noche. De no ser por su temple (que impedía una y otra vez la transformación del nudo de la garganta en algo más) quizás en qué situación se habría visto inmerso, aún cuando debía pasar inadvertido. ¡Qué más tortuoso! No sólo intuía que semejantes colores jamás volverían a ser registrados por cuenta propia: las profecías se concretaban generando inquietas y efervescentes burbujas a su alrededor. De ahí los gruesos lagrimones que descendían rápidamente por los salientes pómulos para perderse en las texturas del limkgan tribal. Sabía que para todo no inûit, su humanidad los remitía a la caverna, a lo primitivo, lo desconocido, irreal y peligroso. No cabía duda, los vaticinios de la sabia Markgonzlz antes de elevarse al Nijimbrhä eran cada vez más acertados. Consciente del minucioso arte de pulir las gubias antes de trabajar las níveas maderas, sabía que los nuevos cinceles debían cuidarse en extremo. Aunque nadie lo leyera, el continuaría esculpiendo estelas. Si la incipiente ceguera producto de las incandescencias no le impedía el nocturno y altanero desafío estelar, las esferas sin sustancia no mellarían su ánimo. El martillo golpeó el metal, la piedra cedía paso...

Inhgu olf efd sbernäi -------------- ves lo que crees
Gred efd olf knúzqolsts--------- respiras lo que no ves
bernäi olf efd dointuúj--------crees lo que dicen
Kejskadj efd olf swragincdas olf efd wgradjko sbernéi---porque no es al revés de lo que te han hecho creer
Sadcnigarws efd olf sbernéi---------server no es creer
Mügnareds efd old küien--------comienzo no es amanecer
Kgjlan das niüeyjin------------El ser no existir
Nsioklj das tragf flé----------La vida no tal cual es
Ciümenjin bir swragincdas----------Atardecer al revés
Ilustración: LAURA GAMIO RALUY
Título: s/t

martes, noviembre 14, 2006

Desquimales (parte 03)


Lo justo, no lo necesario, al hablar, al decir, encarar, responder. Es mejor saber cómo entrar, cómo escapar que cuántas grandes actividades en el sitio poder realizar. Mejor callar si el sobresalto se previene; mirar o comunicar con el órgano ocular sería un avance, no un paso atrás. Si el abecedario no protege, mejor trazar que recitar, mejor reír que presumir, mejor silencio.

Entre las gotas de rocío deslizándose sin ruido, escuchando los trinos y escapando del vuelo de un escarabajo verde fosforescente que baja súbitamente por ramas y hojas, el camino no se equivoca aunque la sequedad de la travesía ataca. Justo antes de alzar el dedo y escapar a bordo de uno de los hierros andantes de moda. Para qué dormir si soñar no es realidad y descansar se puede sin dormir y pensar puede ligarse al hacer y en crear pasa el tiempo más rápido que en sueño… alegre desvelo. Caen las estrellas, los astros, la luz. Eüknà revuelve sus huesos en el lecho que desde hace días sólo la cobija a ella. Mientras tanto, ciertos holo-espíritus se trenzan en retórico y polifónico combate. Escuchemos:

¡Oh dulce Eüknà! A quien añoras por las noches ya no existe, no ha vuelto aun y nunca lo hará. Ahora es sólo un despojo, el hálito de una vida alguna vez recuperada. Son los costos minúsculos que debemos pagar para disfrutar de los ingentes beneficios de este nuevo amanecer. Nunca podríamos compensar tu enorme pérdida, pero debes entender, aunque en ello se te vayan los días, que la esperanza que llevas en tu vientre tiene por apellido no el de su procreador sino el de todos quienes logramos escapar del más grande de los males.

Hay flechas verdes en el cielo negro de la habitación mujer. Piensa en tu hijo. Vida más vida es vida al cuadrado. Son nociones básicas, vida es lo que necesitamos. Pureza, perfección. Nada de lamentos. Hemos marcado tu puerta con la sangre del pasado y ante eso no hay escape. Será hoy, será mañana, lo mismo da, somos los dueños de todo, incluso de tus entrañas.

De ti depende el futuro de esta nueva civilización. Somos los que desde dentro del tiempo viajamos para pedirte postrados a tus pies que olvides, que olvides por lo que más quieras, el recuerdo de aquel único despreciable. Somos el recuerdo de los padres de tus padres; las madres de tus madres y los hijos e hijas de tus hijos e hijas. Y venimos a tus sueños para suplicarte…

¡Basta! Lo que le piden, roñosos espíritus, está lejos de su alcance. Vuelvan en otro momento. Ustedes sabrán cuando sea adecuado. Vayan dondequiera que estén sus guaridas y esperen, sean pacientes y serán recompensados. Dejen a esta atormentada hembra lidiar en paz con sus propios demonios, con sus propios desgarros. Con la sangre que corre por sus venas. Déjenla dormir tranquila por las noches, denle espacio para respirar. Denle descanso de aquellas imágenes sórdidas que durante cada instante le invaden lo que le queda dentro del alma. Se los ordeno.

¿Qué haces tú aquí en esta hora muerta? Las órdenes han sido claras desde un principio, traidor sin moral. ¿O acaso aún persistes en tus estúpidos propósitos? ¡Dinos qué pretendes!.

Bien debiesen ustedes saberlo. Pueden acoplarse a mí, lo mismo da. Mírenla en la gota que cae desde el suelo. Mírenla por favor. ¿Pueden ver lo mismo que yo? Por supuesto que no. Ustedes no ven, son ciegos por voluntad propia. Serviles escorias. Váyanse, antes que sea demasiado tarde para todo lo que aun está vivo en la faz de esta masa de gases y rocas. ¡Váyanse!

Ilustración: Carolina Oltra
Título: Dolmen

lunes, noviembre 06, 2006

Desquimales (parte 02)


Nada de limpieza, poco de orden. Los rastrojos desperdigados en el rincón, en la subida, en el salón hedían desde tiempos pretéritos. Desde la huida de Ugl (Armden), las faenas de transporte y re-erradicación estaban a la deriva. Pero ya era habitual, casi como esnifar.
Los rayos nublaban cualquier atisbo de certeza respecto al estado matinal. En ciernes el período de abnegación, era probable que transcurridos sólo unos instantes comenzaran a corroerse los soportes de titanio del búnker fangoso. Obviamente, nada impediría la concreción del cuadro planificado en su afiebrada mente. Al ser sorprendido contemplando atardeceres atrás del edificio del Gobierno Central en horas de trabajo y las múltiples caídas de los astros verduzcos, sólo bastaba repetir su rutina y romperle el pescuezo de sopetón. Pero lo habían elegigo. El resto, más de lo mismo.
Las imágenes caleidoscópicas seguían cambiando, igual que las características del vaivén, las nubes, los gritos, el sudor, la sed, el aire viciado y el gemido antes del colapso del cubil que por ultima vez fue mudo testigo de la repentina explosión del Kgärnem por el Kgärmen. Como otrora.
El otro día, escuchando a algunos insectoides megalómanos que discutían arduamente sobre el futuro del sistema y también acerca de los problemas concretos que se pueden encontrar en este momento no-histórico que fatalmente nos ha tocado vivir, me di cuenta que a pesar de no comprender del todo qué era lo que decían (ciertos términos aun me son esquivos debido a la dificultosa labor traqueal que requiere la pronunciación de ciertos metagramorfemas, y más aun cuando pensamos en las vibraciones incorpóreas propias de los actuales sistemas de comunicación) en esas cabecitas negras cafés violetas y grises; en esos miles de millones de ojos; en esas antenas delgadas y delicadas y en esas patas peludas y adherentes, residía una sabiduría densa e impenetrable a la cual de alguna extraña manera me sentía ligado.
Esto fue lo que le comuniqué a Armden cuando por última hablé con él. Su desaparición aun tiene a toda la comunidad en un evidente estado de exaltación y vigilia. Las circunstancias en que se perdió su rastro no dejan de ser confusas, y ni siquiera los peritos de los cuerpos de investigación del SGIDNP -quienes hasta el momento sólo han elaborado absurdas teorías- parecen ser capaces de dar con las correctas lecturas de los signos. Para quienes no están al tanto, su rastro se perdió en uno de los barrios rojos ubicado a las afueras de Marte; allí, un terrícola renegado dijo haber visto un batantiano borracho junto a tres venusinas de fogosos ojos en una cápsula de relatividad y que se dirigían a una velocidad dificil de explicar sin hacer uso de las ideas neuro-matemáticas publicadas en el último boletín intersistemático hacia el fin del universo.

Usualmente, no se dan altercados de este tipo. Si hay algo que caracteriza la vida en este sector, al menos en lo que puede uno detectar en las plataformas públicas o en cualquier parte que no sean los ratios cubimétricos designados por el gobierno para la vida familiar, es precisamente la tranquilidad alcanzada producto de extenuantes jornadas colectivas de reconfiguración neuronal y terapias metafísico-inversivas para los que quedaron con egofrenetismo crónico después de la GRAN ECLOSIÓN. Además, hacía poco tiempo que Armden me había confesado lo satisfecho que se sentía en esta nueva vida. La verdad, nunca supuse que los ojos que ese día me miraron indirectamente escondían el deseo de volver a lo escencialmente batantiano, a la decadencia propia de los distintos mecanismos de union sexual, de los alcoholes sintetizados, de las vaginas dentadas húmedas y todas aquellas cosas que con tanto esfuerzo habíamos logrado erradicar.

Ilustración: Patricio Sthandier
Título: Maldito corrupto

miércoles, noviembre 01, 2006

Desquimales (parte 01)


Por más puto, platudo y extrañamente hermoso que le consideraran en la comunidad, el sucio e impertérrito desquimal sintió que el maloliente y vomitivo esperpento con quien pasó la noche en el iglú no le daba asco. Después de degustar focas, osos recién faenados o secados a la gracia de Eolo, servirse a un ejemplar no-inuit se suponía despertaría el odio de su entorno, el fin de las caricias de Eüknà y las profundas arcadas que su abuelo auguró cuatrocientos setenta y cinco atardeceres atrás. Nada de eso. Sin problemas cruzó la vereda, la tumbó y procedió a la faena.
Después que me desperté en un charco de ectocitoplasma me dije a mi mismo -con seriedad y miedo a la vez- que seguramente algo grave habría pasado, pero decidí no escucharme porque en realidad no vale la pena hacerlo cuando se está con resaca (sobre todo resaca de cadmio hidrometálico bien helado).
Los nueve días de esa semana de mierda habían sido extraños desde el principio; desde que puse el primer pie en ese restorán lleno de moscas batantianas; desde que robé las carteras de unas venusinas jubiladas que ayudé a cruzar el río congelado; desde que la miré a los 875 ojos y le dije que se fuera al último rincón del universo; desde que escribí los últimos versos del poema en el cual volcaba todos mis penosos esfuerzos. Pero uno no se da cuenta de eso hasta que alguien te lo enrostra directamente o te aforra un certero combo en el hocico: nunca vi que una cosa llevaba a la otra y a la otra y a la otra y a la otra.
Tenía unas ganas de miccionar horribles. Cuando aparecí en el baño exterior, vi y olí el desastre que había en el resto del compartimento. La basura, el excremento, la orina y otra serie de sustancias prohibidas a lo eterno de todo el Sistema estaban regadas incluso en los lugares menos probables según las teorías físicas y sus primas metafísicas. Evidentemente, durante aquel indeterminado periodo de tiempo había hecho nuestras necesidades fisiológicas en cualquier parte, por lo cual apetitosos cocteles de mierda ocupaban el espacio alguna vez destinado finos muebles; alfombras de piel de cocodáctilos recién nacidos, libros y discos de ciertos seres humanos escongidos con pinzas de entre los catálogos y vitrinas y canastos de los megamercados de cultura inagurados por el gobierno central hace un par de años.
El hecho de que ya no tuviera vello púbico me pareció irrelevante. Me entretuve más en descifrar qué carajo tenía escrito en el estómago, las piernas, los penes y los testículos. Evidentemente, esa no era mi letra, no eran mis palabras, no era yo. "%$%$/(!"&/(/%/() ?=($%·%"·$%%·$ Asdfas %"·%/&/(%&&$·"$DAFAASQ·%WTW$&9HFFD$W·&H&HF/J/J/I$%%GSDG·%"$//=UHRF&/t575746sGS%$Y/R&AER$Gxzete57rhths558S$&E%YDG%/" (Hoja bencina estrella camaleón te tú nosotros vosotros ellos sí no probablemente explicación no sentido esperanza borracho playa joyas ciegos do menor si sostenido si len cio: sólo patrañas). Algún hijodepluton me había jugado una broma de pésimo gusto.
Al mirarme al espejo comprobé con disgusto que el mundo el tiempo la vida se habían atrevido a seguir sin mí, sin nosotros: la barba me había crecido y lo mismo los ojos la nariz la boca las cejas y la frente. Sin embargo, consideré como válida la opción de que aquella nueva imagen podría potenciar en gran medida mi sex-apíl y hacerme irresistible para las mujeres de este u otro sistema, quienes parecían no fijarse mucho en alguien como yo, incluso al tenerlas agarradas de la cintura dándole al mete saca, todo sudado jadeante, diciendo y pensando ordinarieces...
gura pero no sería lo que no es sin Wu
Ilustración: Pablo Acuña - Título: Nacimiento de la Pureza