martes, marzo 28, 2006

VI


Con poco tiempo por delante se sentó a contemplar la ciudad desde las alturas. La niebla le robaba a sus habitantes el hermoso cielo azul de la mañana, mas el podía verlo con claridad. Luego miró hacia al mar, hacia el horizonte. Se sintió angustiado. Der no haber sido por los suaves y delicados brazos que lo abrazaron por la espalda, se hubiera lanzado sin pensarlo al vacío. A la nada. Sería miserable sin ella. ¿Y los que no la tienen a ella?, ¿y los que no tienen a nadie? ¿y los que ni siquiera tienen el cielo azul que desde las alturas él puede ver?

Después de unos pocos segundos cerró los ojos y respiró profundo. Tenía que bajar.

jueves, marzo 23, 2006

V


Se que es poco. Además anoche soñé con versos que no recuerdo. No se si fue mi culpa o de ella, estaba borracho y no recuerdo. Hay que dejar al lenguaje seguir su propio camino (dicen). No me gusta toser, no me gusta pensar en las cosas que no me gustan. Tengo amigos que sufren de males incorpóreos y yo ando haciendome el huevón por la vida. Siento que me pasa por el lado y me saca pica. Tal vez sólo hace falta un remezón. Como en general, no hay mucho sentido en esto que escribo ahora. De fondo suenan las cuerdas de tipos con suerte, quizás para ellos todo es más fácil. Antes (de qué) tuve unos grupos en los que tocabamos heavy metal. Hoy no tocaría esa música. Al menos no exclusivamente.

martes, marzo 21, 2006

IV

El humo espeso negro
(no respirar)
el calor y el aire seco
(sudar sin desear)
el cutá-cutá de los bailes de moda
(dolor de cabeza)
los pitos y la cerveza helada
(garganta ardiente nariz con moco)
el chillido de la flaca vuelta loca
(nosotros borrachos)
el cielo gris alejado
(árbol olvidado)
miradas y abrazos falsos
( náusea)
la poesía guardada y olvidada
(nosotros borrados)
los vasos rotos vacíos
(de fondo otra vez el cutá-cutá del baile de moda)

lunes, marzo 13, 2006

III


El viento de la alta montaña y la luz del mediodía. Las piedras que antes llenaban el árido suelo se han ido a otro lugar. Desde el fondo, desde el lejano horizonte, rayos abrasadores apuntan direcamente hacia aquél punto.Sólo él sabe. Los ojos y la garganta ya se le han secado. No hay esperanza, es definitivo, no habrá nada más. Su corazón late desbocado. Las manos le tiemblan. La imágen de un viejo león le viene a la mente. Recuerda aquél mediodía anterior; tan similar, tan distinto. El tiempo definitivamente pasa, como las prostituas en algún puerto.