viernes, julio 13, 2007

Desquimales (parte 09)


Ha caído finalmente. El esfuerzo sobrenatural la ha vencido. No podría haber sido de otra manera. Luego de realizar el ritual por última vez en toda su vida, tirada entre la fresca hierba matutina se prepara para el descanso final. "La tarea está cumplida" se dice mientras cierra lentamente cada uno de los millares de ojos que durante largos segundos, minutos, horas, días le permitieron apreciar aquello de lo que sólo había escuchado hablar a otros que vinieron antes que ella.


Sus alitas ya cansadas e inmoviles se deshacen célula a célula. La decomposición es más rápida de lo que le dijeron. Si se concentra, incluso puede sentir como dentro suyo algo extraño toma lugar... intensificada, una vibración casi imperceptible de no ser por esa ligera, muy ligera sensación de que algo la recorría, la abandonaba que, por ese orificio germinal ahora se le escapaba el líquido de la vida. Pero tranquilidad ante todo... tranquilidad ante todo.



Lentamente se examinan. El uno al otro, con una paciencia aterradora, bajo los rayos de luz que atraviesan furtivos el cielo tapizado de gruesas y densas y negras y malas y atemorizantes nubes, se contemplan como si al frente tuvieran al animal más raro. Al objeto más ajeno a sus consciencias, a sus memorias; a sus padres, sus abuelos y todos los antepasados que en una relación proporcional matemáticamente perfecta les ascienden hasta un infinito lejano, cósmico y eterno. Sin embargo son escalofriantemente parecidos.


Y sienten ese escalofrío bajar por detrás de donde terminan sus cabezas, para llegar directamente hasta un lugar perdido en las entrañas más cálidas y protegidas de sus añosos pero aun espléndidos cuerpos. Sienten lentamente una perturbación paradójica, una contradicción constante, permanente. Intensa. Como intensa es también la necesidad que a casa segundo que pasa crece y crece y crece hasta volverse insoportablemente desagarradora y cruel, esa necesidad de comprenderlo todo comprendiendo esa parte, esa parte con brazos, con ojos, con piernas, con ropas, con cultura, con ideas, con cuerpo, con alma.


Si ambos pudieran contemplar ese momento, si ese momento fuera una pintura, una obra de arte, o tal vez una piedra o un arma, algo concreto asible por sus estrechos sentidos, quizás podrían. Quizás en la esfera que los envuelve perfectamente a los dos, no a uno y a otro por separado, sino que a cada uno como parte del otro, y ahí entonces probablemente sólo como posibilidad podrían al fin, entender alguna cosa. Pero no.


Artista: Hidalgo Bastien

Título obra: Aprendiendo a volar