martes, noviembre 14, 2006

Desquimales (parte 03)


Lo justo, no lo necesario, al hablar, al decir, encarar, responder. Es mejor saber cómo entrar, cómo escapar que cuántas grandes actividades en el sitio poder realizar. Mejor callar si el sobresalto se previene; mirar o comunicar con el órgano ocular sería un avance, no un paso atrás. Si el abecedario no protege, mejor trazar que recitar, mejor reír que presumir, mejor silencio.

Entre las gotas de rocío deslizándose sin ruido, escuchando los trinos y escapando del vuelo de un escarabajo verde fosforescente que baja súbitamente por ramas y hojas, el camino no se equivoca aunque la sequedad de la travesía ataca. Justo antes de alzar el dedo y escapar a bordo de uno de los hierros andantes de moda. Para qué dormir si soñar no es realidad y descansar se puede sin dormir y pensar puede ligarse al hacer y en crear pasa el tiempo más rápido que en sueño… alegre desvelo. Caen las estrellas, los astros, la luz. Eüknà revuelve sus huesos en el lecho que desde hace días sólo la cobija a ella. Mientras tanto, ciertos holo-espíritus se trenzan en retórico y polifónico combate. Escuchemos:

¡Oh dulce Eüknà! A quien añoras por las noches ya no existe, no ha vuelto aun y nunca lo hará. Ahora es sólo un despojo, el hálito de una vida alguna vez recuperada. Son los costos minúsculos que debemos pagar para disfrutar de los ingentes beneficios de este nuevo amanecer. Nunca podríamos compensar tu enorme pérdida, pero debes entender, aunque en ello se te vayan los días, que la esperanza que llevas en tu vientre tiene por apellido no el de su procreador sino el de todos quienes logramos escapar del más grande de los males.

Hay flechas verdes en el cielo negro de la habitación mujer. Piensa en tu hijo. Vida más vida es vida al cuadrado. Son nociones básicas, vida es lo que necesitamos. Pureza, perfección. Nada de lamentos. Hemos marcado tu puerta con la sangre del pasado y ante eso no hay escape. Será hoy, será mañana, lo mismo da, somos los dueños de todo, incluso de tus entrañas.

De ti depende el futuro de esta nueva civilización. Somos los que desde dentro del tiempo viajamos para pedirte postrados a tus pies que olvides, que olvides por lo que más quieras, el recuerdo de aquel único despreciable. Somos el recuerdo de los padres de tus padres; las madres de tus madres y los hijos e hijas de tus hijos e hijas. Y venimos a tus sueños para suplicarte…

¡Basta! Lo que le piden, roñosos espíritus, está lejos de su alcance. Vuelvan en otro momento. Ustedes sabrán cuando sea adecuado. Vayan dondequiera que estén sus guaridas y esperen, sean pacientes y serán recompensados. Dejen a esta atormentada hembra lidiar en paz con sus propios demonios, con sus propios desgarros. Con la sangre que corre por sus venas. Déjenla dormir tranquila por las noches, denle espacio para respirar. Denle descanso de aquellas imágenes sórdidas que durante cada instante le invaden lo que le queda dentro del alma. Se los ordeno.

¿Qué haces tú aquí en esta hora muerta? Las órdenes han sido claras desde un principio, traidor sin moral. ¿O acaso aún persistes en tus estúpidos propósitos? ¡Dinos qué pretendes!.

Bien debiesen ustedes saberlo. Pueden acoplarse a mí, lo mismo da. Mírenla en la gota que cae desde el suelo. Mírenla por favor. ¿Pueden ver lo mismo que yo? Por supuesto que no. Ustedes no ven, son ciegos por voluntad propia. Serviles escorias. Váyanse, antes que sea demasiado tarde para todo lo que aun está vivo en la faz de esta masa de gases y rocas. ¡Váyanse!

Ilustración: Carolina Oltra
Título: Dolmen