martes, noviembre 29, 2005

I

De pronto, un murmullo comienza en la nuca, en la parte donde las orejas se unen al cráneo. Desde allí toma posesión de la cabeza entera (con el mismo mecanismo de una camisa de fuerza, pero con ataduras más duras y abundantes). Luego todo comienza a palpitar. La sangre del cuerpo se concentra en un solo lugar. La frente y los ojos no tardan en sucumbir. Es como estar colgado de los pies durante horas. El murmullo se transforma en un dolor desgarradoramente imperceptible, que va y viene, que golpea como un látigo lleno de clavos. La cabeza parece estar atrapada en una caja que se achica más y más a medida que los segundos y las palabras pasan. Apretar los dedos contra el cráneo funciona, pero sólo por un par de segundos. Luego todo sigue igual. La página sigue en blanco.