viernes, diciembre 14, 2007


Es extraño decir algo entre las colinas de basura que cada esquina surgen como noches y día en un ciclo perfectamente natural, definitivamente cotidiano; y la espectacularidad aspavientosa de una metrópolis que nada tiene que ver con mi apacible y sencilla habitualidad pueblerina.

Mientras en ciertas calles desfilan autos de último modelo, y los escaparates de tiendas con nombres italianos o franceses muestran soberbios el último grito estridentemente innecesario y artificial de la moda, al otro extremo de la ciudad los negros -como les llaman aquellos con rasgos no-europizados- reclaman porque acá como en muchos lugares del mundo, se cuecen habas y esas habas no son para ellos, son para otros, insasiables bestias.


Hay harta vida acá, harta actividad, hartos cerebros y corazones no endurecidos por las heladas caretas que diariamente hay que ponerse para ser uno más en esta ciudad que vive de maneras extrañas. Hay de todo, grandes centros culturales, grandes exposiciones, grandes espectáculos, grande, grande, grande, muchas cosas son grandes. Pero también hay una pequeñez existencial que llama la atención, sobre todo porque el corazón no ocupa más espacio que el de nuestro interior.


He hecho lo que un turista, claro que sí. He quedado a veces sin saberlo porqué, con la boca abierta ante un edificio, una mujer, ante muchas cosas. Pero no puedo evitar resumir muchas de mis impresiones en una sola palabra: ARTIFICIO!


Vieron cómo dicen que los viajes sirven para crecer, bueno, en mi caso no es tanto porque ver oir y hacer ciertas cosas me de un valor agregado como individuo, sino porque he podido cachar que a final de cuentas las grandes ciudades, así como también lo que llamamos realidad, verdad, conocimiento, lo bueno y lo malo, la historia y bueno qué carajo se yo, todo, si no se siente real dentro de ti, si son cosas que no te dejan estan tranquilo, no son necesarias, no hay que comprar -menos en cuotas- sino que por el contrario, reafirmar aquello que uno sabe que es, no hacerse el huevón por la vida y sonreír estúpidamente ante las cosas que sabemos sólo causan en nuestras vidas huevadas indeseables.


No conozco nada artificial que no sea desechable. Quizás por eso en Buenos Aires haya tanta basura. Aunque son lindos los amaneceres
saludos!

1 Comments:

Blogger Unknown said...

arte (de) facto
combianciones raciales beneficosas a la vista...al gusto quizas...

qué tan hondo puede ser el artilujio?

que tan hondo es tu palabra y su oído?

tiempo o lenguaje: desde que podemos oir unos de otros...

me oye?

1:55 p. m.  

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